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lunes, 23 de junio de 2014

Capitulo II (parte I)



- ¡Maldito Ben! Nunca está cuando se le necesita. ¿Cuánto llevamos buscándole? ¿Una hora?

Caminaban con paso rápido atravesando la calle sin prestar la más mínima atención si alguien se había reparado en ellos. Siempre iban por donde había menos claridad y aunque era de madrugada, aún estaba oscuro. Así que las probabilidades de que eso ocurriese eran minúsculas.

Llevaba a la niña cogida por el brazo pero sin apretarle demasiado por si pudiese hacerle daño con la nueva fuerza también adquirida. No supo si había sentido o le molestado el contacto frío de su piel pero no dio muestras de ello.

La verdad es que seguía de los nervios. Aparte de por todo lo acontecido, unas horas antes habían huido del piso. La razón era que Bea se había vuelto fundir todo el dinero que tenían para comer y pagar el alquiler del próximo mes. Y justo cuando debían pagarlo ese mismo día. Aunque claro, ya no sabía bien si ese dinero iba para este mes o para pagar alguno de los cuatro anteriores…

Poco le importó porque cogió a su hermana, le puso encima del pijama el vestido azul de encajes, le peinó su larga cabellera negra, la única foto que guardaba donde salían su anhelada familia, cogió a la pequeña y salieron por la escalera de incendio.

Había visto en las películas a los vampiros saltar desde alturas vertiginosas sin hacerse un rasguño y a otros tanto volar pero no iba a probar ninguna de las dos cosas. Más que nada porque se podría hacer mucho daño. Partirse las piernas, estamparse, dar un bocazo…las posibilidades eran infinitas. Y menos con su hermana en brazos.

Llegaron a una plaza donde había unos cuantos chavales bebiendo. Algunos estaban riendo alguna gracia que acababan de hacer sus compañeros, otros dándole largos tragos a la botella de cerveza, una pareja se estaba enrollando allí mismo sin importar los silbidos que le daban los amigos.

“Mañana no creo que les haga tanta gracia. Lo que hace el alcohol, buf.”

Desde luego no entendía las ganas de beber a la intemperie que tenía la gente en pleno invierno. Con lo fríos que podían llegar a ser allí.

Pero ni rastro de Ben. Estaban en la acera de enfrente para que los presentes no se fijasen en ellos. Eloy observaba bien para que no se le escapara ningún detalle.

Eloy se sobresaltó cuando una mujer pasó por detrás de él sin que este se diese cuenta.

- Joder que susto- murmuró mientras suspiraba.

La mujer se giró momentáneamente para ver quién había dicho aquello y continuó su camino.

Se quedó absorto sin saber que hacer hasta que se decidió a preguntarle. Era la mejor opción antes que seguir dando vueltas buscando a aquel papanatas.

- Perdona, ¿conoces a Ben?- preguntó.

La mujer paró en seco, se giró y negó con la cabeza.

- Y a…- ojeó la nota- ¿Nadia? ¿La conoces?

La mujer lo miró pensativa y después de un corto silencio habló:

- ¿Para qué buscas a la diosa?- susurró con voz suave.

- No…

- Da lo mismo- cortó con brusquedad- Venid conmigo, ya me lo contaras- y dio media vuelta para continuar su camino.

“No lo se” era lo que iba a decir. Y era cierto. La buscaba porque era lo que la mujer le había dicho que hiciese en aquel trozo de papel. Pero no sabía como podría ayudar una extraña. O si querría ayudar aún sabiendo quien le había operado el cambio. Si las dos mujeres se habían llevado mal como decía la nota, la única ayuda que recibiría sería a suicidarse.

Echaron a andar detrás de la mujer. La verdad es que no estaba mal. Alta (incluso más que él), delgada, rubia, ojos verdes…

Además vestía de manera exquisita. Vestía un abrigo negro que le llegaba a las rodillas, una larga bufanda de tela que le tapaba medio rostro y unas botas altas que moldeaban sus piernas. La había estudiado a conciencia vaya. Pena que no estuviese vivo que si no le hubiese echado un buen polvo. Aquel aire misterioso le encantaba.

- Me llamo Natalia pero me gusta más Naty

- Eh, si claro- respondió tratando de disimular.

Natalia estaba inmersa también en sus pensamientos buscando a alguien en aquella plaza pero daba la sensación de que no se atreviese a cruzar.

- ¿Os importa que estemos aquí unos minutos?- preguntó mientras se apoyaba en la pared del edificio- es que estoy esperando a alguien y no me atrevo a acercarme donde está esa panda de borrachines.

A él no le pareció mala idea. Era normal que una mujer tan bella como la que tenía delante no quisiera acercarse donde se encontraban todos esos criajos bebiendo. Aunque él también era un criajo. Muerto, pero otro criajo al fin y al cabo.

Naty se agachó al lado de la niña:

- Vaya, eres toda una preciosidad.

- Igual que tú- dijo Eloy.

- Bueno, lo mío no es que sea muy natural que digamos.- le contestó con una triste sonrisa.

Estuvo un momento acariciando el largo y suave cabello de la niña. Ésta se levantó y echó de nuevo un vistazo rápido a la plaza pero no reconoció a esa persona por lo que finalmente optó por irse.

A Eloy le pareció notar algo raro en la joven mientras caminaba pero no supo el qué.

Estaba distraído intentando averiguar qué era cuando tropezó y cayó encima de Natalia. Por suerte ella conservó el equilibrio y pudo sujetar al vampiro. Justamente le agarró del brazo desnudo. Aunque eso no impidió que cayera el peso en ella.

Ambos se quedaron mirando sin saber que decir.

- Tienes una piel muy fría para ser verano ¿no?

El pobre no sabía que hacer para salir de aquel apuro, así que lo único que acertó a decir fue:

- Y tú estás demasiado plana para ser una mujer tan alta.

Sabía que era un comentario hiriente pero ya estaba dicho. Ella iba a replicarle cuando un hombre rodeó con el brazo el cuello de Eloy:

- ¿Pero qué jaleo es esshte?- preguntó el hombre a duras penas.

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